domingo, 2 de septiembre de 2012

GENTE INDEPENDIENTE (HALLDOR LAXNESS)






INTRODUCCIÓN
Una novela que refleja el carácter del pueblo islandés es Gente independiente, del premio Nobel Halldór Laxness.
Halldór Laxness (1902-1998) está considerado el más importante de los escritores islandeses del siglo XX. Es autor de más de sesenta libros, traducidos a cuarenta y trres idiomas. Su obra alcanzó difusión mundial al recibir, en 1955, el Premio Nobel de Literatura. Fue la principal figura literaria de su país, y todos los escritores actuales islandeses resultan incomprensibles sin él: para seguirlo, para acompañarlo o para enfrentarse a él. Laxness fue siempre un escritor comprometido social y políticamente, algo frecuente en las literaturas nórdicas.
Gente independiente es un libro para comprender Islandia, para saber cómo son sus habitantes y de qué manera consiguieron sobrevivir en un país incómodo y frío. La novela transcurre a principios del siglo XX, en una sociedad cerrada, supersticiosa e ignorante. Este contexto permite aceptar mejor al protagonista, un personaje tan duro que llega a resultar antipático. Es una obra realista y comprometida, cargada de tragedia y poesía, a la manera de las sagas medievales islandesas.

DESARROLLO

Con una construcción equilibrada y sólida que atrapa y conmueve, la novela narra la vida del campesino Bjartur de la Casa Estival, un destino guiado por la convicción de que un hombre independiente es aquel dueño de la tierra que trabaja, y de que sólo la obstinación y el orgullo de poseerla le permitirán superar las adversidades. Bjartur necesitará treinta años de trabajo para convertirse en propietario. Desde sus inicios como ovejero, conocerá los cambios que transforman Islandia en un país moderno, industrializado, pero su indiferencia hacia todo lo que sucede más allá de la granja, le sitúa fuera de la historia, en un lugar atemporal, que sólo se abre al mito, a las fuerzas primordiales del instinto o a la necesidad de despojamiento del alma ante lo elemental. Su escepticismo religioso no excluye el afán de absoluto, la vocación de fundirse con algo trascendente, que en este caso no se identifica con lo sobrenatural, sino con un pegujal que permite realizar su sueño de independencia. La ferocidad de este ideal justifica la desgracia de la familia, que no comprende su disposición a inmolarlo todo por una pequeña propiedad en medio del páramo. Su esposa pierde la razón, los hijos emigran o se entregan a la lucha política. Sólo Bjartur conserva su fidelidad a la tierra. La invocación de lo telúrico no está exenta de poesía, pero tampoco es ajena a la utopía de los fascismos. Bjartur escribe poesías que respetan los metros tradicionales, cuartetos rimados que evocan la lírica medieval, mientras Einar, otro granjero, utiliza el verso libre. La postura de Bjartur recuerda las teorías de Heidegger, según el cual “la poesía es el lenguaje original de un pueblo histórico”. Su inadaptación al mundo moderno contrasta con la prosperidad de Einar, que no percibe el crecimiento de las ciudades como una amenaza, sino como la aparición de un espacio donde el hombre se encuentra con el hombre, resguardándose de la hostilidad de la naturaleza.
Muchas personas dicen que los islandeses son como Bjartur, y que son un pueblo pacífico y luchador que se ha visto obligado a lo largo de su historia a reponerse de innumerables catástrofes naturales, del aislamiento geográfico y político de Europa, a lograr pacíficamente su independencia de Dinamarca (el 17 de junio de 1944) y ahora, tras la crisis financiera que hundió económicamente al país en octubre de 2008, a recuperar su prestigio como nación.
Precisamente esta novela trata, en buena parte, de la muerte de la antigua Islandia, de aquel país inhóspito creado de la nada por un puñado de colonos pioneros y que a lo largo de los siglos se fue apoyando en su propia literatura para convencerse de que valía la pena seguir viviendo: a través de los siglos oscuros del monopolio danés, un solo barco anual que supuestamente satisfaría todas las necesidades de la isla; o de la gran erupción del siglo XVIII, que acabó con la mitad del ganado y con un tercio de la escasa población. O de la Depresión de 1929, que afectó con especial virulencia a la débil economía del país, limitada a una agricultura que no daba ni para la subsistencia, una pesca que sólo entonces empezaba a buscar mercados extranjeros, y una ganadería de ovejas que representaba lo más importante de la vida rural... de la vida islandesa.
Esta novela presenta una escritura luminosa que conserva ecos de las sagas medievales islandesas y que nos transmite sin sentimentalismos el amor y la cercanía del autor a sus personajes.
Gente independiente es una obra más que comprometida: no sólo frente a la situación social, económica y política del país y sus cambios, también frente a la "Islandia eterna" de ovejeros, granjeros y poetas. La tensión entre los poemas al estilo antiguo y los modernos, tan presentes en el libro, es un reflejo directo de las alteraciones que, en aquellos momentos, estaban haciendo tambalearse las más antiguas tradiciones del país; igual que las ovejas mismas, eje central del libro, al decir del mismo dejar morir a la mujer y a los hijos para intentar salvar una sola cordera, o donde es posible echar de casa a una hija y dedicar las horas a vigilar el ganado para protegerlo de cualquier peligro. Suele considerarse como una novela del realismo socialista, pero va más allá de éste, al que Laxness mismo criticó por lo simplista de sus planteamientos.

CONCLUSIÓN

Puede ser difícil leer  Gente independiente,  dejándose llevar por la tragedia, por el humor y la ironía de la historia de ese hombre que sólo busca su propia independencia, y al mismo tiempo fijarse en las aportaciones formales, estilísticas, compositivas, del escritor islandés, quien recibió el premio Nobel en 1955 por una obra que, sin duda, con su crudeza y su progresismo indudables, da voz al idealismo sobre el futuro del ser humano.

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