Introducción
Después
de su aparición en 1952 y considerada unánimemente por la crítica como la mejor
novela americana publicada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, “El hombre invisible“,
de Ralph Ellison
(1914-1994), ha sido calificada como una de esas obras que se quedan para
siempre en la memoria. Muchos quienes lo conocieron
de cerca, consideran que esta obra literaria fue una expresión modesta del
alcance del pensamiento de este destacado autor, pensador y filósofo.
Hoy
en día existe una resurgencia de la vida y obra de este distinguido autor,
quizás por la influencia social y política ejercida por la presencia de Barack
Obama en la Casa Blanca.
El hombre invisible
trata las relaciones de diferencia racial en EEUU en el siglo XX, esta expone
la obstinación de la sociedad blanca americana en ignorar a los ciudadanos
negros. La novela, una de las primeras obras que aborda los problemas raciales
desde el punto de vista de los negros, recibió el National Book Award (Premio
Nacional de Literatura) en 1953. En ella se narra el viaje de un joven negro
sureño en su búsqueda de un lugar en el mundo, primero en el sur y luego en el
norte. Ellison emplea un lenguaje rico y enérgico para describir la experiencia
en toda su vitalidad y complejidad.
Desarrollo
El hombre invisible, de este gran escritor negro como lo es Ralph
Ellison, es una grandiosa alegoría, picaresca y simbólica, en la que se
describe la trágica condición de los hombres de su raza. Escrita con el
deliberado propósito de denunciar la angustiosa situación del negro
evolucionado y consciente en un mundo de hombres blancos, esta obra simboliza
el problema de la discriminación racial a través del mito de la invisibilidad.
Ya que relegado a la condición de ciudadano de
segunda clase por la infranqueable barrera del color, el negro sufre, no
tanto por el desprecio de que es objeto, sino por el hecho de que se le ignora
socialmente, como si fuese invisible a los ojos de los demás. Este sentimiento
de exclusión, esta situación humillante de sentirse, no ya separado y aparte,
sino ignorado e inexistente en el seno de la sociedad en que vive, es el que
Ellison ha descrito magistralmente en torno al protagonista central de esta
novela.
A través de sus andanzas y aventuras, el autor ha
planteado con un dramatismo sobrecogedor la trágica y paradójica condición del
negro como hombre invisible, como individuo cuya existencia no se quiere
admitir. Y, al propio tiempo, dentro de la típica estructura de una novela picaresca,
que cobra en ciertos momentos verdaderas dimensiones épicas, ha trazado una
pintura acre e irónica, cruda e hiriente, de la situación humana y social en
los Estados Unidos en los primeros años de la postguerra.
Se trata de un muchacho negro, que relata en primera
persona la historia de su propia vida, y cuya condición de hombre sin nombre le
convierte en per-sonificación anónima de todas las gentes de su raza y aun en
símbolo de la humanidad entera.
La historia nos descubre a un joven negro del sur de
los Estados Unidos y sus intentos desesperados por hacerse visible en un mundo
que se niega a verlo, que sólo quiere ver, ya sea con odio o con
condescendencia paternalista, a un «pobre negro». Por tanto, nada de lo que
haga, diga o piense importará lo más mínimo, ya que ha desaparecido como
genuino ser humano y se ha convertido en un rol, incluso para sí mismo.
«Yo soy un hombre invisible. Soy un hombre con
sustancia, de carne y hueso, incluso puede decirse que poseo una mente propia,
pero soy invisible, comprendedme, simplemente porque la gente se niega a
verme», escribe Ellison
Su excepcional
acierto consiste en que, al erigir el mito de la invisibilidad en símbolo de la
tragedia personal del negro, le ha dado, al propio tiempo, una dimensión
universal que rebasa los límites de la mera discriminación racial para
convertirse en símbolo de la alienación del hombre en el seno de la civilización
moderna. Su
impacto fue inmediato, sobre todo porque trascendía el realismo social de la
época y la denuncia racial. En realidad, el libro es una exploración de la
propia identidad y la lucha por defender lo que nos hace humanos.
Conclusión
A pesar de que el protagonista tarda
demasiado en darse cuenta de que lo manejan y lo utilizan una y otra vez, por
fin aprenderá que él es una persona con una conciencia independiente y tiene
derecho a expresarse libremente sin que lo juzguen o lo condenen por ser negro
o venir del sur o tener un nivel económico diferente. Una valiosa lección que se
puede reafirmar con el viejo eslogan... Solo una Raza, la raza humana.
oigan deberian poner tambien el de herbet
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